Flavia es una comodorense de 29 años que está viviendo en Zagreb, Croacia. Hace unos días salió su entrevista en Voces, un programa de streaming, y desde Ruido! decidimos charlar con ella para que nos cuente más. 

¿Qué te llevó a quedarte? ¿Fue una decisión difícil? ¿En qué pensaste?

Yo, en ese momento, tenía que arrancar una vida nueva porque se había acabado mi vida de estudiante y tenía que ponerme a trabajar. Y en ese momento surgió volverme a Argentina después de la beca y empezar de cero ahí o seguir probando construir lo que ya había empezado acá (Croacia). Y conseguí trabajo superrápido, entonces uno de los principales bloqueos, que sería la plata, lo resolví enseguida. También tenía novio en ese momento, entonces eso también un poco me tiraba. Yo creo que nunca, hasta el día de hoy, sentí que Croacia fuera mi lugar como Argentina fuese mi lugar. Yo no siento que le pertenezco a un espacio, siento que eso se construye. Por ahí, son los lugares, por ahí es la gente, mi rutina… A mí me gusta mucho mi rutina acá y cómo vivo, en cuanto a seguridad y estabilidad. Sé lo que yo puedo proyectar para mi vida, cómo lo quiero proyectar. Eso hizo que por ahí me quedase, la facilidad de encontrar certezas en un contexto que es mucho más estable de lo que yo conocía. No necesariamente es Croacia, podría haber sido cualquier otro lado y yo siempre dije que no descartaría nunca vivir en otro lado. Una vez que ya laburas las capacidades como para adaptarte y echar raíces en cualquier lado, el lugar es solamente un nombre. La habilidad, una vez que ya está construída, podés aplicarla en cualquier lado. 

De las cosas que tomé en cuenta fue la facilidad para generar ingresos, si había o no había. Yo me dedico a empresas de tecnología y la verdad que por suerte hay trabajo en todos lados, pero trabajos que a mí me gustasen, por ahí cuando ya llevo seis años en esta industria, claramente tengo muy marcado lo que quiero hacer y cómo lo quiero hacer. Y por cierto, Croacia y en general Europa, porque yo trabajo remoto, siempre pudieron acercarme a la idea de vivir una vida en la que yo estuviera cómoda. Croacia dentro de todos los países de Europa es barato, no es tan barato como se cree o como era antes, pero es barato. Entonces se logra ahorrar, se puede pensar en comprar cosas, etc. Y eso para mí era un eje muy importante. Después, otro eje importante era mi salud mental y mi felicidad, que es igual o más importante que el de los ingresos. Y por suerte, también, fueron todas como batallas ganadas, nada fue inicialmente regalado o dado por Dios y gracias al Espíritu Santo, sino que tuve que en siete años aprender a desarrollarlo porque también viví distintos contextos. He estado en pareja, he estado soltera, recién separada, soltera, superfeliz con estar soltera. He estado cerca de mis papás una vez por año, pero hay veces que les han pasado cosas que por ahí no ameritaban el viaje y el estrés de estar lejos también me pesaba. Por eso yo siento que al fin y al cabo, cuando pasás por distintos contextos, podés llegar a facilitarte la vida por el mero hecho de ser permeable, ser flexible, ser adaptable y saber que te van a pasar cosas malas y saber que vas a tener miedo a que pasen cosas malas. Pero atravesarlas, literal, con el miedo adentro, al fin y al cabo te dan las habilidades que necesitas para decir si no me para una pandemia, si no me paran las guerras que están cerca, si no me paran las crisis económicas, si no me para la inflación, entonces no me van a parar ni acá ni en ningún lado. Así que, nada, siento que tiene mucho que ver con eso.

Y con respecto al debate interno, no debato Croacia, sino que por ahí debato mucho lo que pudiese llegar a pasar de acá a diez años si mis papás están más grandes o me necesitan, etcétera. Como que soy una persona que es muy servicial con su familia y jamás me consideraría faltarles en absolutamente nada. Entonces, por ahí lo que me da miedo hoy me permite armar un plan a seguir de cómo quiero vivir yo mi vida y dónde quiero estar parada de acá a diez años para poder hacer lo que mis papás lleguen a necesitar en un futuro cuando sean mayores y capaz me necesiten cerca. Como que yo les dije, si quieren estar acá, yo me voy a, en su debido momento, a hacerme cargo de eso también para que ustedes no tengan que pensar y gastar carga mental en qué vamos a hacer si queremos ir. No se preocupen, si ustedes quieran venir, yo voy a estar. Y, si yo tengo que ir a Argentina, también voy a trabajar en empresas que tengan la flexibilidad de entender eso y respetarlo y que si me tengo que ir a Argentina, no sé, dos meses, no sea un problema para nadie. Por eso, por ejemplo, ahora trabajo todo remoto. Como que de a poquito le voy poniendo ladrillos a esa pared para que el miedo deje de existir y empiecen a haber más como puentes que conecten mis miedos con mis realidades.

¿Fue difícil el proceso? ¿Te adaptaste fácil?

Mi proceso de adaptación no fue fácil porque Croacia es un lugar un poco hostil para vivir, por muchas cosas. Ahora, vos me preguntás, y a mí me encanta la hostilidad que tiene, pero entiendo que es muy difícil. El idioma como barrera es difícil de aprender para ser full fluido y trabajar en croata. Y aunque hayas estudiado tres años, cinco días por semana, dos horas, no te asegura que seas buen hablante. Entonces ya desde la base de que vas a partir estudiando tres años de tu vida un idioma que después de tres años no lo vas a aprender a hablar perfecto puede ser un poquito frustrante. La gente es muy hermosa porque es muy cálida y muy abierta, pero también hay mucha gente que es muy cerrada y que últimamente en los últimos dos años hubo mucha migración de todos lados y no están contentos con los migrantes. Pero en cuanto hablás croata o saben que tenés ciudadanía cambian esa barrera que se pone en ellos y se flexibilizan. Pero no fue tan fácil. El clima también es difícil porque es muy frío en invierno y muy caliente en verano. Entonces hay que adaptarse porque yo los primeros dos años en invierno prefería ni siquiera salir con tal de no exponerme al frío que hacía. Y eso que soy de Comodoro y sabemos lo que es el frío, pero no es el mismo frío y no estoy acostumbrada a vivir en calles que estén congeladas, en pasar frío en serio, o sea, en serio y muy húmedo. Entonces por ahí los primeros dos años medio que batallé contra eso. Ahora ya sé qué esperar, sé qué esperar de los croatas, sé qué esperar del clima, sé qué esperar del idioma y hago lo mejor que puedo. Cuando ya dejas de romantizar un lugar y te das cuenta que también tienen problemas y eso por ahí se hace un panorama difícil de adaptarse. Pero yo siento que los primeros dos años fue la dualidad entre estar en un viaje de egresados constante y en Narnia porque era muy frío y no querer estar expuesta a tanto frío todo el tiempo. También si no querés pasar frío en tu casa, por ejemplo, la calefacción es carísima. O sea, podés llegar a pagar lo mismo de alquiler que de calefacción si no te cuidás en el invierno de no malgastarla. Y aprendí a las malas, entonces, por ahí, nada. Cuando ya sabés qué tan frío puede ser, cuando ya estás equipado, cuando ya estás preparado, el día dura poco. A las tres y media de la tarde ya es de noche, entonces uno ya sabe a qué hora tenés que estar en casa. Entonces ahora tengo un balance mucho más orgánico en mi rutina, tanto en verano como en invierno y he aprendido también a lidiar con todos los otros factores, gente, idioma, trabajos, etc. 

Flavia, en pandemia, empezó a recibir a sus amigos en su casa para cocinarles y que pasen tiempo con ella, poder compartir. Sus amigas con las que vivía le recomendaron vender su comida, confiando en que habría gente que le compraría porque cocina bien y le gusta. Cuando estaban todos los restoranes cerrados decidió hacer empanadas. En un fin de semana vendió, aproximadamente, cuarenta docenas. Ese proyecto terminó en las manos de uno de los productores de MasterChef. Aunque ella no pudo asistir por su trabajo, gracias a ese contacto es que cada tres o cuatro meses puede ir a diferentes lugares a presentar la cocina argentina. Poder experimentar con la comida le hace muy feliz.

Contanos alguna historia de amor.

Con respecto a mi historia de amor, en general, fueron amores bastante normales, como parejas bastante normales. Lo que yo sí siento es que cuando uno elige pareja y está en un proceso de migración, uno está como en un proceso de rebranding constante, donde uno está cambiando su identidad, está cambiando la manera en la que se autopercibe. Entonces, para mí no fue fácil sostener relaciones cuando yo estaba en tanto proceso de cambio, porque lo que quería la Flavia de 22 cuando recién llegado no tenía nada que ver con lo que quería la Flavia como pareja a los 25, lo que quiere Flavia a los 30, a los casi 30. Entonces, siento que mi mayor historia de amor acá en Croacia fue conmigo misma, porque aprendí a realmente darme cuenta de mis negociables y no negociables, y asociarme a la gente, no tener miedo a confiar en la gente, en confiar gente, en hombres que por ahí no eran mi zona de confort, no era mi idioma nativo, no era lo que yo tenía como esperado. Pero por el otro lado, me supieron dar tanto y me sirvió tanto pasar al lado de ellos el proceso de rebranding que hicieron como una diferencia increíble para mí entre el antes y el después en mi vida antes de conocerlos. Pero yo siento que mi mayor historia de amor acá en Croacia fue yo haberme encontrado a mí, yo saber cómo quiero hacer las cosas, con quién, y que eventualmente cuando aparezca alguien que se acerque a esa idea, poder charlarlo, poder construir algo sabiendo que nunca voy a ser croata. Cuando vuelva a Argentina tampoco soy 100% argentina, como que soy un híbrido 50 y 50 de un montón de costumbres y cositas que fui armando en mis últimos siete años acá.

Y también, para mí, dentro de la historia de amor, de yo aprender a amar la nueva versión mía, etc. Si tengo que hablar de un tercero, más que de mis exnovios que fueron lo más, para mí lo mejor que me pasó fueron mis amigas. Que son casi todas argentinas, menos una chilena. Que pasamos todas por el mismo proceso, casi al mismo tiempo. Y realmente nunca me dejaron yo alejarme de lo que yo quería por miedo a, o dejar de intentar, o si se venían etapas de cambio, yo sé que son las primeras que voy a tener al lado siempre. Y encontrar personas que quizás son del mismo país, pero por distintas situaciones no crecimos en ciudades parecidas, en situaciones sociales también parecidas, de distintos extremos. Que nos pudiésemos juntar y empatizar realmente con lo que le estaba pasando a la otra en cada momento. Para mí eso también es una historia de amor que hizo que todo esto se sostuviera. Porque yo me podría haber enamorado y haberme elegido quedar por un hombre, pero si esa relación se caía, yo me iba a volver. Lo que hizo que esto en realidad se sostenga fue mi vínculo con mis amigas, que son de esas personas que son como esos guardavidas que si te estás ahogando se van a meter a la orilla y te van a salvar. Y si la estás cagando también te lo van a decir. Y eso es muy difícil de encontrar en todos lados. Que gente tenga la facilidad de abrirse y decirte, mirá, esto no sos vos, vos podés hacer mejor que esto, te estás conformando con poco, etc. Son palabras que a nadie le gusta decir, pero poder tener un vínculo en el que eso se pueda hablar, se pueda decir y se pueda crecer, para mí que es un amor, el verdadero amor incondicional.

¿Tenés algún sueño por cumplir? 

Tengo un montón de sueños por cumplir. Ahora se me acaba de cumplir uno que fue mudarme al centro sola en una casa con patio en un departamento que es muy, muy, muy, muy hermoso, que es mucho más de lo que yo me podría haber imaginado en algún momento. Ese es uno de los sueños que realmente quería cumplir. Aparte, una casa con patio para que esté mi perro también era algo que yo le prometí a él que iba a conseguir y cuando lo conseguí dije, sí, hijo, perro, lo logramos.

Y después un sueño es poder seguir trabajando en empresas en las que pueda estar dos meses en Argentina y diez en Europa, como para no perderme de la vida de la gente que quiero. Cuando uno se va ya hace tantos años y volvés y te das cuenta que la gente cambia, crece, se casa, se enferma, hay gente que te volvés a juntar y le pasaron mil cosas y vos no estuviste al lado físicamente mientras les pasaban las cosas, entonces por ahí es un poco difícil. Entonces un sueño para mí es poder permitirme pasar un par de meses en el sillón de mi casa trabajando sin faltarle a ninguna responsabilidad, pero también pudiéndome permitir vivir como híbridamente.

Después, seguir creciendo y mejorando la versión que soy para poder sostener la armonía y la paz en todo tipo de situaciones porque es refácil, es refácil estar tranquila y que estar bien cuando te va bien. Ahora, cuando tenés periodos de muchos cambios o pasan cosas abruptas, por ahí, todavía me falta perfeccionar un poco la técnica para poder soportar, sostener y mejorar. Por ahí esas cosas se van aprendiendo a medida que van pasando cosas y para mí es un sueño, para mí la estabilidad mental lo es todo para poder después ejecutar cualquier otro tipo de plan, sean planes en familia, planes en pareja o sean planes profesionales. Así que, nada, seguir trabajando en eso un montón y tener una vida híbrida entre Argentina y Croacia.

Con una increíble capacidad de superación y resiliencia, Flavia logró encontrar una casa en otro lugar. Con amigas que la apoyaron en todo momento, logró sacar adelante un emprendimiento que cautivó a más de uno. El aguante que le brindaron sus papás también fue fundamental. Ella es un claro ejemplo de que los sueños pueden cumplirse con determinación y apoyo.

Si querés escuchar la otra entrevista que le hicieron a Flavia, podés hacerlo acá.

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